La oración es el alimento del alma, es una conversación amorosa con nuestro Creador. En un ambiente de espiritualidad y belleza, nos reunimos con nuestros amigos, vecinos y familiares para juntos orar por un propósito. Oramos por los niños, por los enfermos, por la paz, y muchas otras causas. La oración nos une y nos acerca a Dios. Y al tiempo que nuestros corazones armonizan con los propósitos divinos, nuestras almas se refrescan y alcanzan una profunda paz.
Cualquier hogar en el que se ore, es bendecido por Dios como lo atestiguan las palabras de Bahá'u'lláh:
“Bendito es el sitio y la casa y el lugar y la ciudad y el corazón y la montaña y el refugio y la cueva y el valle y la tierra y el mar y la isla y la pradera donde se ha hecho mención de Dios y se ha glorificado su alabanza.”