Bahá'u'lláh enseñó que hay un solo Dios y que las revelaciones sucesivas de Su voluntad a la humanidad han constituido la principal fuerza civilizadora de la historia. Los agentes de este proceso han sido los ensajeros Divinos, a quienes los hombres ven como fundadores de sistemas religiosos distintos, pero cuyo propósito común ha sido el de guiar a la raza humana, paso a paso, a la madurez espiritual y moral.
Actualmente la humanidad está llegando a su madurez. Esto es lo que hace posible la unificación de la familia humana y la construcción de una sociedad mundial pacífica. Entre los principios que promueve la Fe bahá'í como vitales para alcanzar esta meta figuran:
Bahá'u'lláh enseñó que cada ser humano es “una mina rica en gemas de valor inestimable” que ni siquiera la persona conoce y menos todavía los demás. El propósito de la vida es desarrollar estas “gemas” o capacidades en beneficio de la propia vida y también para el servicio de la humanidad.
La vida en este mundo, según Bahá'u'lláh, es como la vida de un niño en el vientre de su madre, donde el niño desarrolla los miembros y órganos que necesita en este mundo material. Luego, en este mundo material, desarrollamos las facultades morales, intelectuales y espirituales que necesitaremos cuando pasamos a los mundos de Dios más allá de este terrenal.